Mientras que el sistema tributario de Estados Unidos crece cada año, también lo hace el número de ciudadanos americanos que piensa en la expatriación. Pensar en renunciar a la ciudadanía será tan simple como comprar un billete de avión; sin embargo, habrá que reconsiderarlo.
Estados Unidos es el único país que aplica impuestos a sus ciudadanos independientemente de dónde vivan; en otros países solo se debe hacer la declaración de la renta por beneficios obtenidos dentro de sus fronteras. Esta situación, así como nuevas medidas agresivas para declarar activos extranjeros, hace que muchos ciudadanos de Estados Unidos, que esperan pasar el resto de sus días en el extranjero, consideren las ventajas de dejar de ser ciudadanos estadounidenses. La expatriación puede ser adecuada (o atractiva) bajo ciertas circunstancias, sobre todo para las personas que deseen reducir al mínimo los impuestos o los requisitos de notificación. Algunos de los que han dado el paso y han renunciado a su ciudadanía han sido Eduardo Saverin, cofundador de Facebook, el actor y artista marcial Jet Li y Terry Gilliam, antiguo alumno de Monty Python.
Dado que el proceso actual de expatriación no es demasiado difícil, Estados Unidos ha intentado por todos los medios hacerlo menos atractivo para prevenir, en parte, que los ciudadanos entreguen su ciudadanía en aras de evitar impuestos.
El proceso de expatriación
Renunciar a la ciudadanía estadounidense implica seguir los procedimientos dictados por el Departamento de Estado y rellenar el modelo 8854 en el Servicio de Impuestos Internos. Si no se realizan ambos pasos, deberá continuar pagando impuestos como ciudadano estadounidense.
El artículo 349(a) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA, por sus siglas en inglés) regula las condiciones en las que un ciudadano estadounidense puede renunciar a su nacionalidad. El ciudadano primero debe renunciar formalmente a la nacionalidad ante un oficial diplomático o consular de Estados Unidos en un país extranjero, en el modo prescrito por la secretaría del estado. Si Estados Unidos está en guerra, el ciudadano también puede enviar una renuncia formal por escrito a un oficial designado por el fiscal general. Cualquier ciudadano estadounidense que decida aceptar un empleo con un gobierno extranjero debe renunciar a su ciudadanía si ya es ciudadano del país en cuestión, o si se requiere un juramento o una declaración de lealtad para aceptar el puesto. La revocación automática va seguida de condena por un acto de traición. En cualquiera de los casos anteriormente expuestos, el Departamento de Estado debe aprobar el cambio y la revocación no es definitiva hasta que el departamento expide un certificado de pérdida de nacionalidad.
Aparte de las excepciones recogidas en el artículo 351 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, la renuncia a la ciudadanía estadounidense no se puede revocar sin un recurso judicial o administrativo satisfactorio.
Además, el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) requiere que cualquier persona que renuncie a la ciudadanía rellene el modelo 8854, que incluye un balance de cuentas personal y una declaración de ingresos. El modelo también requiere a los declarantes que certifiquen si su impuesto sobre la renta media anual en Estados Unidos durante los cinco últimos años ha sido superior a 147.000 dólares (prueba de las obligaciones fiscales), si su valor neto supera los 2 millones de dólares en el momento de la expatriación (prueba de valor neto) y si ha cumplido con sus obligaciones fiscales en los cinco años anteriores (prueba de conformidad).
Es de vital importancia que se haya establecido la ciudadanía con otro país antes de renunciar a la ciudadanía estadounidense con el fin de evitar ser considerado un “apátrida”.
Consecuencias fiscales de la expatriación
La Ley de Asistencia Salarial y Reducción Impositiva para Héroes (Ley HEART, por sus siglas en inglés) de 2008 estableció un nuevo impuesto ajustado al valor de mercado que se aplica a cualquier expatriado a fecha de 17 de junio de 2008 o posterior. Comúnmente conocido como “impuesto de salida”, se aplica a cualquier expatriado que cumpla la prueba de las obligaciones fiscales, la prueba de valor neto o la prueba de conformidad.
Para los fines del impuesto de salida, se considera que el ciudadano estadounidense ha vendido sus activos a nivel mundial por el valor de mercado vigente el día previo a la expatriación. Los ingresos hipotéticos de las ventas están sujetos a impuestos sobre las plusvalías en Estados Unidos. Los beneficios a corto plazo tributarán a tasas de plusvalía a corto plazo y los beneficios a largo plazo tributarán a tasas de plusvalía a largo plazo. Este impuesto se estableció para limitar seriamente las ventajas fiscales de abandonar el país y sirve para disuadir a aquellos ciudadanos que consideren la expatriación. La ley permite que una parte de los beneficios sea eximida de impuestos. (Para 2012, los primeros 651.000 dólares de hipotéticos beneficios están excluidos de impuestos.)
Se aplican regulaciones adicionales a los artículos de compensación diferida elegibles y a los artículos de compensación diferida no elegibles. Para ser clasificado como artículo de compensación diferida elegible, el pagador del artículo deberá ser ciudadano de los Estados Unidos u otra persona que elija ser tratada como ciudadano estadounidense, y el beneficiario deberá notificar al pagador su estatus de expatriado y renunciar de forma irrevocable al derecho a reclamar cualquier deducción de distribuciones sujetas a impuestos. Cualquier artículo de compensación diferida que no cumpla estos requisitos se considera un artículo de compensación diferida no elegible.
Para un artículo de compensación diferida elegible, el pagador debe deducir y retener un impuesto igual al 30 % de cualquier pago imponible. Los artículos de compensación diferida no elegibles están sujetos a gravamen como si el beneficiario recibiera el valor actual de todos los beneficios acumulados el día anterior a la fecha de expatriación; dichos artículos deben ser incluidos en el modelo 1040. Además, el modelo W-8CE (notificación de expatriación y renuncia a los beneficios del tratado) debe cumplimentarse con el pagador del artículo de compensación diferida no elegible; el pagador proporcionará una declaración escrita en la que se incluye el valor actual de todos los beneficios acumulados.
Algunas cuentas de impuestos diferidos, incluyendo los planes de pensiones individuales (IRA, por sus siglas en inglés), cuentas de ahorro de salud y planes del artículo 529, se tratan como si el titular de la cuenta recibiera una distribución completa el día anterior a la fecha de expatriación. Existe una cierta indulgencia con los impuestos sobre consumos específicos que, de otro modo, se aplicarían a las distribuciones reales. Por ejemplo, un expatriado con un plan de pensiones individual que tenga menos de 59 años y seis meses de edad no estará sujeto al 10 % típico del impuesto especial sobre distribuciones de la jubilación anticipada.
Consideraciones después de la expatriación
Una vez finalizado el proceso de expatriación, los exciudadanos podrían continuar haciendo frente a ciertos requisitos para declarar impuestos en Estados Unidos. Un ciudadano no estadounidense, con unos ingresos vinculados de hecho a Estados Unidos, puede ser requerido para presentar cada año el modelo 1040NR con el Servicio de Impuestos Internos. Además, si el expatriado tiene algún interés en un fideicomiso como no otorgante, deberá presentar anualmente el modelo 8854 para certificar que no se realizaron distribuciones.
La Ley HEART también incluye disposiciones para los impuestos sobre transmisiones para cualquier persona que reciba un obsequio o una herencia de un exciudadano que se expatrió después del 17 de junio de 2008. Los ciudadanos y residentes estadounidenses que reciban una herencia u obsequio de un expatriado que supere la cantidad anual fijada en el impuesto de exclusión por obsequios (actualmente, 13.000 dólares) están obligados a pagar un impuesto sobre transmisiones basado en la imposición fiscal o tasa por obsequios aplicable más alta del estado. Sin embargo, el impuesto sobre transmisiones no se aplica a las transmisiones que fueron declaradas debidamente dentro del plazo requerido como obsequio o impuesto de sucesión en Estados Unidos, o para el que se contempla una deducción por matrimonio o beneficencia. Si un expatriado dona un obsequio o deja una herencia a un fiduciario estadounidense, el fiduciario debe pagar el impuesto sobre transmisiones. En cambio, si el obsequio se dona a un fiduciario extranjero, el impuesto de transmisiones solo deberá pagarse si los activos se distribuyen a un ciudadano o residente de Estados Unidos.
A pesar de las nuevas y severas consecuencias que conlleva la salida permanente del país, el número de ciudadanos que eligen expatriarse ha aumentado de 235 en 2008 a cerca de 1.800 en 2011. Está claro que la expatriación no es la primera estrategia a considerar si su objetivo es simplemente reducir la presión fiscal. Debería probablemente ser la última. Existen muchas maneras de reducir los impuestos sin necesidad de desarraigar su vida y mudarse al extranjero. Las opciones incluyen la maximización de deducciones detalladas; usar planes de pensiones con ventajas fiscales, seguros de vida o bonos exentos de impuestos o incluso mudarse a un estado que tenga impuestos bajos. Pero aún existe (y probablemente siempre existirá) un minoría de ciudadanos estadounidenses que esperan vivir en el extranjero el resto de sus vidas y que, en cierto modo, se ven perjudicados por el sistema tributario de Estados Unidos. Estas personas podrían al menos considerar la expatriación.